Zapatoca

ZAPATOCA

A finales del siglo XVII, Zapatoca extendía sus dominios por toda la inmensa región de Santander; en ese entonces limitaba por el OCCIDENTE, con el río Suárez (Saravita, según los Guanes), desde la desembocadura de la quebrada Lubitoca, hasta el Chicamocha; por el NORTE, aguas abajo hasta llegar al Magdalena; por el OCCIDENTE, estaban sus tierras enmarcadas por el curso del río, y por el SUR, era línea limítrofe la mencionada quebrada Lubitoca, siguiendo la misma dirección hasta llegar al Magdalena; todas las tierras que limitaban con Zapatoca, eran parcialmente vírgenes y habían sentido solamente la pisada de los feroces Yariguies, los Opones y los Carares; por estos lados habitaban los Guanes, familia muy distinguida. Según las crónicas de los conquistadores, ya que vestían de manera muy diferente a las demás etnias; además, según los mismos historiadores, su idiosincrasia, con el resto de la población indígena que encontraron los españoles, extrañamente era diferente, -unos blancos, otros con cabellos monos, ojos con ojos claros, aspecto bonachón, muy distinto de sus vecinos, los temidos Yariguíes.

DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS
Nuestros Guanes, como igual todos los indígenas que habitaban la Nueva Granada, desaparecieron, bien por la crueldad de los españoles, como también por las diversas enfermedades que trajeron los conquistadores de España, entre ellas la temible viruela, que en poco tiempo exterminó a más de 15.000 indígenas; uno de los momentos tristes de la vida de nuestros Guanes, fue la cruel matanza que hicieron los españoles frente a la quebrada de los CINCO MIL, quebrada que existía entre el Socorro y El Palmar, de la que hoy solamente queda el nombre que tomó en recuerdo de esa cruel matanza-, donde según las crónicas fallecieron en un solo ataque más de 5.000 indígenas que se habían conglomerado de todos los cacicazgos vecinos para luchar en contra de los españoles.
FUNDACIÓN DE ZAPATOCA

Zapatoca no fue fundada, como sí lo fueron otras tantas poblaciones; varias familias españolas que emigraron de la Península Ibérica a finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII, llegaron a estas tierras, extendieron sus dominios sobre los límites de Santa Rosa, Llano de los Gallos, La Cacica y otros predios circundantes; periódicamente eran visitados por los sacerdotes que asistían la Parroquia de Guane, -donde fueron a parar las pocas familias indígenas que aún quedaban por los límites del Socorro y San Gil-; entre los sacerdotes que asistían a los fieles que vivían por estos lados, estaba FRANCISCO BASILIO DE BENAVIDES, quien era cura de Guane desde el 21 de mayo de 1731.

Don JOSÉ SERRANO Y SOLANO, quien era propietario de las tierras que se extendían al oriente de Zapatoca, reagrupa a un gran número de familias, -112 en total, según dicen las crónicas-, y el 30 de agosto de 1739, el cura BENAVIDES, oficia la PRIMERA MISA de que se tenga historia en estas tierras, (en el Llano de los Gallos hay una placa conmemorativa de este hecho histórico).
Por la dificultad que existía de la presencia más frecuente del Párroco de Guane, las familias instaladas allí sintieron la necesidad urgente de solicitar al Arzobispo de Santafé, DIEGO FERMÍN DE VERGARA, la erección de una Viceparroquia y comisionaron a ANTONIO DE RUEDA Y MELCHOR DE LA PRADA Y ARENAS, -quien era alcalde foráneo de Guane, (la extensión de la parroquia de Guane era muy dilatada, sus límites se perdían en la maraña de la Cordillera de los Yariguíes, seguían luego hasta las aguas del Chicamocha, pasando por el pueblo de Curití), para que viajaran a Santafé a presentar la solicitud, que fue aprobada, según documento fechado el 05 de diciembre de 1742, diez meses antes de la “FUNDACIÓN” oficial, y se construye entonces el primer templo (capilla de Santa Bárbara), que marcaba el inicio y punto final de la fundación.

Inicialmente se pensó en formar el poblado en el Llano de los Gallos, donde se celebró la primera misa; el sitio no fue aprobado, en primer lugar, porque no era muy extenso y segundo, porque el agua no era suficiente; don ANTONIO DE RUEDA ORTIZ ofrece unos terrenos que se encontraban en la vereda de las Flores, se hace la negociación por cuarenta pesos ($40), que se pagaron, $20, por el Dr. Benavides y $20, la comunidad.
El 10 de octubre de 1743, el Dr. Benavides bendice la primera Iglesia, y se firma el ACTA DE FUNDACIÓN, inaugurando la Viceparroquia; como el 10 era un jueves, no se pudo protocolizar la “fundación”, porque la Corona Española –profundamente católica para la época-, no permitía que situaciones religiosas que tuvieran que ver con la comunidad se hicieran en mitad de semana por la no presencia del campesinado, de modo que la orden era para los domingos.

El Acta de la fundación, como igual la protocolización de la escritura por la compra de los terrenos, se realizó en Guane el 10 de febrero de 1744, por el alcalde de San Gil, MIGUEL MELÉNDEZ DE VALDÉS, ya que por esa época todo el territorio de la Provincia de Guane, civilmente hablando correspondía a San Gil.

Benavides regresa a Guane, porque Zapatoca había quedado incluida dentro de los límites parroquiales de esa población, hasta el 11 de septiembre de 1754, que se traslada definitivamente a Zapatoca, falleciendo en esta ciudad seis años después, el 17 de julio de 1760.
Tres meses después, el 3 de octubre, la Viceparroquia fue erigida Parroquia titular, por el Arzobispo XAVIER DE ARAUX, siendo virrey SOLÍS FOLCH DE CARDONA; su primer párroco (ya de la parroquia titular, porque Benavides fue de la Viceparroquia, o sea que dependía de Guane) fue JOSEPH JULIÁN ACEVEDO DE LA PARRA, oficiando la Eucaristía en la Capilla de Santa Bárbara, iglesia que había sido construida de “estantillo y teja”..
Calle Real, Zapatoca 1918
CANTÓN Y VILLA
La ciudad fue erigida como CAPITAL DE CANTÓN, el 25 de julio de 1823, por el Congreso de la República, y el 26 de marzo de 1825, se le dio el título de VILLA, por el GRAL. FRANCISCO DE PAULA SANTANDER.

ETIMOLOGÍA DEL NOMBRE DE ZAPATOCA
De acuerdo al idioma Guane, prácticamente era un dialecto derivado de la gran familia Chibcha, de la que venían los Guanes, pero no era muy rico en dicciones, casi todas las palabras eran compuestas y cada sílaba tenía un sentido propio y cada dicción llegaba a ser una verdadera frase abreviada; veamos unos ejemplos: para designar a un hombre casado, le decían: “A-GUI-GUA”, que traduciendo significaba “hombre con mujer en la casa”; al viudo lo llamaban, “A-GUI-GIE”, o sea que “tiene la esposa difunta”; a la mujer casada le decían, “A-SAJAOS-GUE”, traduciendo, “con marido en la casa”, y cuando enviudaba, A-SAJAOS-GIE”, “con marido difunto”; a la muchacha soltera le decían, TY-GUI”, que traduciendo resultaba una frase, hasta bonita, “mujer en la edad de la canción y la alegría”.
En los nombres de los lugares, los designaban con las características que determinaba cada sitio; ejemplo, una quebrada que existía en Guane y que nacía en el río Saravita, la llamaban “Chinantoca”, desgranando las palabras, “CHINAN”, significaba, “reluciente” y una terminación muy usual, “TOCA” (ya vamos llegando a donde nos interesa), significaba “en lo alto del río”, o sea, “fuente que reluce en lo alto del río”.
En el caso de ZAPATOCA, durante mucho tiempo se creyó que esta palabra significaba “cazapatos”, por la sencilla razón de que detrás del Templo parroquial existía una laguna inmensa, donde los fines de semana, el oficio de los pobladores era cazar patos y alguna que otra especie; pero de acuerdo a la etimología del idioma guane, la palabra se desgranaba en lo siguiente: primero debemos tener en cuenta que inicialmente Zapatoca se escribía con S y no con Z –la letra la cambiaron los españoles, no sabemos por qué razón-, (lástima, porque para todo, siempre nos dejan en el último lugar), de modo que, se descompone así: “SA”, quería decir “NO”, “SIN”, o “NOCHE”; “PA”, era, para ellos, un apócope de “PABA”, o “PABI”, que significaba “PADRE”; y “TOCA”, es la terminación de varias dicciones (como ya vimos), quería decir, “EN LO ALTO DEL RÍO”; entonces, descifrando las letras y las palabras, tenemos que, “no”, “sin”, “noche”, representaba para ellos, los Guanes, la OSCURIDAD, LA MUERTE; “paba o pabi”, para designar al PADRE; y “toca”, en LO ALTO DEL RÍO; en resumen, ZAPATOCA significaba, para los Guanes,“MUERTE O SEPULTURA DEL PADRE EN LO ALTO DEL RÍO”.

TEMPLO PARROQUIAL
En el año de 1888 se inició la construcción del imponente templo que tenemos, con un incidente lamentable: cae, de un andamio, el Síndico de la obra, el Sr. VICENTE SERRANO MARTÍNEZ. En enero de 1902, el Pbro. ANTONIO VICENTE ARENAS, cubre el dombo circular con láminas de cobre, que hizo importar de Londres y de Alemania trae los vidrios y vitrales para la cúpula y la sacristía, por un valor de $852 pesos oro; en 1910, se inicia la construcción del imponente Altar mayor.
El sr. Arzobispo, BERNARDO HERRERA RESTREPO, hace importar de Francia el Tabernáculo, por $4.011.51; de este hermoso Tabernáculo, solamente tres existen en Colombia, en la Catedral Primada de Colombia, uno en Boyacá y el nuestro; en 1912, se inicia la construcción del Altar a Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro (queda detrás del Altar mayor).

La construcción del edificio duró 29 años, la única ocasión en que no se hizo trabajo alguno, fue el 15 de noviembre de 1899, cuando la Guerra de los Mil Días, en que se parapetaron en las torres unos combatientes para dispararle a los que se encontraban frente a la alcaldía.
Nuestro hermoso Templo parroquial fue inaugurado el 14 de enero de 1917, por el Sr. Obispo, ANTONIO VICENTE ARENAS; todo el templo es en piedra, lamentablemente un sacerdote, de aquellos que no conocen de arquitectura, cometió el lamentable error de barnizar el interior y cubrió la belleza del edificio.

CAPILLA DE SANTA BÁRBARA
Fue el primer templo que se hizo en Zapatoca, en 1753, de “estantillo y teja”, con la imagen donada por el Pbro. PABLO GÓMEZ FARELO; años más tarde, el Pbro. FRANCISCO. JAVIER OTERO, hizo construir la actual, que fue bendecida en 1798; el altar, tallado artísticamente , en hojilla de oro, por el ebanista Zapatoca CARLOS GÓMEZ NIETO, fue terminado en 1830; monseñor PABLO ELÍAS ACEVEDO, hizo cambiar el techo por el que hoy se observa, y un año más tarde, en 1965, fue solemnemente reinaugurada, tal como hoy se conoce.

CAPILLA DE JESÚS NAZARENO
El 03 de diciembre de 1827, el Dr. MANUEL ESTÉBAN VEGA, a instancias del Pbro. PEDRO GUARÍN, obtiene del Arzobispo de Bogotá la autorización para la construcción de la Capilla de Jesús, y el 02 de enero de 1828, la Gobernación de la Provincia del Socorro da el permiso respectivo para la edificación.
El trabajo de construcción se demoró diez años, hasta el 22 de marzo de 1839, cuando fue solemnemente inaugurada. A partir de 1930, la Parroquia destina la Capilla para el servicio religioso de la Congregación Betlemitas, y en 1956, la Santa Sede otorga a la Comunidad religiosa su propiedad.

El Dr. PEDRO JOSÉ GUARÍN, quien había sido el impulsor de la construcción de la Capilla, murió el 29 de agosto de 1864, siendo sepultado inicialmente allí, posteriormente sus restos fueron trasladados al Mausoleo de los Sacerdotes, en el Cementerio central.

HOGAR SAN JOSÉ
La idea de la fundación del Hogar San José, inicialmente Orfelinato, fue del Pbro. RAMÓN BUENAVENTURA NARANJO, quien donó con este fin, setenta (70) acciones de la Casa de Mercado de Bucaramanga, que en ese entonces, (1898) tenían un valor, en el mercado, de $14.000 pesos oro, suma muy apreciable en la época. La Sta. BIBIANA GARCÍA, se propuso hacer la creación del Orfelinato, y el 11 de marzo de 1905 emprende viaje desde Guane a la inauguración, pero fallece en el camino por insolación.
El 19 de marzo del mismo año (1905), se establece la primera Junta Directiva, posesionándose, como Síndico el Dr. CLAUDIO ACEVEDO GÓMEZ, quien toma a su cuidado el bienestar de estas niñas; como directora, la Sta. TRÁNSITO GUERRERO.

El 26 de junio de 1905, obtiene la Personería Jurídica. Las HERMANAS BETHLEMITAS llegaron a dirigir el Hogar el 11 de diciembre de 1906, traídas por el Dr. CLAUDIO ACEVEDO GÓMEZ, quien fue el gran benefactor de esta Institución hasta su muerte, ocurrida el 09 de noviembre de 1928.
El Hogar, desde su fundación funcionó en una casa de la calle 19, con cra. 10, hasta el 29 de diciembre que pasó a una casa de dos pisos, frente a la Capilla y en donde igual funcionó el Colegio al comienzo.

Zapatoca ha sido llamada Ciudad Levítica por el aporte humano a la Iglesia Católica. En efecto, allí han nacido cien sacerdotes y entre ellos siete han sido obispos: Monseñor Nepomuceno Rueda de la  Ciudad de Antioquia, el Ilustrísimo Antonio Vicente Arenas del Socorro, quien murió como mártir del deber en 1922, camino a San Vicente, Fray Juan José Díaz, de Tibú, así como Monseñor Horacio Olave, muerto prematuramente en un accidente.  Monseñor José de Jesús Pimiento de Manizales, hoy jubilado y Monseñor Ciro Alfonso Gómez  Serrano, quien murió siendo obispo de San Gil  en 1980. El sacerdote Guillermo Ortiz se distinguió como persona progresista. Cerca de doscientas damas de Zapatoca han sido religiosas y entre  ellas se destaca la Madre Rosalía Plata, quien fue Superiora Mundial de la orden de las Bethlemitas.


HOGAR SAN ANTONIO
Inicialmente se llamaba “LA SOPA DEL POBRE”, fundada por el Pbro. ALFREDO CALA PHILLIPS, donde únicamente se alimentaba a los abuelitos que no tenían dónde vivir, ni menos comer. En febrero de 1947, la Sta. BÁRBARA DÍAZ SERRANO, con las Sras. MARÍA ANTONIA PLATA DE DÍAZ y ESTHER DÍAZ DE JOYA, se propusieron conseguir los elementos necesarios para dar también alojamiento a los abuelos, y el 2 de marzo de 1954, surgió “EL HOGAR SAN ANTONIO”. El 17 de diciembre de ese mismo año, el Exmo. Señor PEDRO JOSÉ RIVERA MEJÍA, aprobó los Estatutos y la autoridad civil le dio la Personería Jurídica.
La construcción del edificio que hoy conocemos se inició en marzo de 1961 y lo terminó, en su primera parte, el Pbro. ISAIAS ARDILA DÍAZ. En junio de 1963, se celebró el primer “Banquete de la Caridad”, recolectando, en ese entonces, la muy apreciable suma de $22.209. El 16 de julio de ese año, llegaron las HERMANITAS DE LOS POBRES a dirigirlo, con la paciencia y el amor que hasta hoy han demostrado.

En la actualidad el Hogar cuenta con más de 95 ancianitos, la gran mayoría de pobreza absoluta; existe pensionado para un pequeño grupo que pagan, en promedio, cada uno, $400.000, valor que incluye todos los servicios y una excelente alimentación.
Los Zapatocas dispersos por el país, reunidos en colonias, viven pendientes de la funcionabilidad del Hogar y anualmente promocionan el Banquete de la Caridad, a favor de la Institución, esfuerzo que ha merecido que hasta el momento sea el mejor estructurado del país, y por qué no, del mundo.

BARRIÓ SAN VICENTICO
En 1909, la SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL, que había sido establecida el 20 de agosto de 1903, en la mente de los Sres. CONSTANTINO PILIDÉS y LUÍS FDO. ARENAS, surgió la idea de construir unas casitas para la gente más necesitada; se inicia con una cuota de $100 oro, donación seguida por otras de TELMO J. DÍAZ y CARLOS DÍAZ SERRANO y otros corazones generosos, comprando para tal fin el lote donde hoy se levanta el barrio. El plano fue trazado por el sr. CLÍMACO GÓMEZ y la construcción se hizo bajo la dirección de TELMO J. DÍAZ.

Una persona de grata recordación para el barrio, fue el Sr. LUÍS FERNANDO GÓMEZ (cariñosamente llamado EL CHATO), quien consagró muchos años de su vida a servir como síndico del barrio, hasta su muerte, acaecida el 17 de junio de 1974. LA CAPILLA, dedicada a Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro se hizo en 1962, gracias al empuje del CHATITO, con planos elaborados por el Dr. CARLOS ENRIQUE QUIJANO; el 25 de agosto de 1963, fue bendecida por el Señor Obispo de la Diócesis de Socorro y San Gil.

LA ESCLAVITUD: Como en todo el territorio nacional, la esclavitud estuvo presente en Zapatoca. Las investigaciones que hemos podido adelantar nos demuestran, sin embargo, que el trato que los amos daban a sus esclavos era humano y algunos de éstos preferían seguir como tales a ser dejados en libertad.
Esto no impedía que se comercializaran como animales de trabajo. Prueba de ello son las escrituras que a continuación transcribimos:
Escritura venta esclavos, “En esta parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y Señor San Joaquín de Zapatoca, el trece de marzo de mil setecientos y noventa, ante mí don Andrés Josef Gomes y Plata, alcalde partidario de esta dicha parroquia, y por ante los que abajo han firmado, parecieron presentes: don Miguel Antonio de Besga, don José Fernando Forero, don Miguel de Rueda y don Eugenio de Rueda de esta misma vecindad, a quienes certifico que conozco, y dijeron que otorgan y dan poder especial, cumplido y bastante amplio por cuanto se requiera y sea necesario para valer a Juan de la Cruz Rueda, también vecino de esta parroquia, y en la actualidad con residencia en la ciudad de Santa fe, para que en nombre de los otorgantes solicite y busque ya sea en dicha ciudad o en cualesquiera otra parte, ya sea en casas reales, comunidades, o personas particulares las comodidades y dineros que en una o muchas partes quisiera tomar a préstamo o a senso redimiso o en otra forma lícita y permitida lo que fuere prestado y pagarán a quien lo hubiere de hacer a los plazos y en las partes y lugar que asignare y lo que fuere a senso a que pagarán sus réditos a razón del cinco por ciento y veinte mil el millar mientras no lo rediman a costa de los otorgantes en las partes y plazos que aceptare y a la paga a otras cantidades sus réditos, costos y costas de su cobranza.
El expresado don Miguel Antonio de Besga expresa dar en hipoteca diez esclavos llamados María, Carmen, Josefa, Dolores, Juan Josef, Mauricio, Phelipe, Salvador, Xavier y Lorenzo, una estancia de tierra en el sitio del Totumal, de esta jurisdicción, veinte y cinco mulas de arria y cien reses, todo herrado con la cifra del margen.

El referido don Luis Forero hipoteca media estancia de tierra en el sitio del Potrero de esta jurisdicción, con un esclavo llamado Josef y veinte y cinco reses herradas con la cifra que se ve al margen.
El referido don Miguel de Rueda hipoteca una estancia de tierra en el sitio de El Salitre de esta demarcación, dos esclavos llamados Luis y Dionisia, ocho mulas de arría y cincuenta reses herradas con la cifra del margen.

Y el referido don Gregorio Rueda hipoteca dos esclavos llamados Josef y Juana, catorce mulas de arría y veinticinco reses marcadas con la cifra del margen, cuyas hipotecas declaran que son suyas propias, libres de gravamen y por tal las aseguran en cuya vecindad tomará a censo o prestada cualquiera curiosidad y otorgará las escrituras correspondientes con las hipotecas señaladas en este poder y con las condiciones y requisitos ordinarios en tales comercios”.
Siguen las firmas.

Otra escritura dice: “En esta parroquia del Señor San Joaquín de Zapatoca, en once de julio de mil setecientos y noventa y cinco, pareció presente don Agustín Gómez, vecino así mismo de esta parroquia y dice que otorga y vende en venta real por juro y señorío de heredad para ahora y para siempre jamás a don Francisco Álvarez de la Prada para el susodicho, sus hijos, herederos y sucesores para él o aquellos que de la de ellos hubiere título, es a saber un esclavo color amestizado nombrado Francisco Xavier de edad de cuatro años más o menos, el cual fue nacido en su casa y es hijo de una esclava nombrada Joaquina, el que vende con todas sus tachas buenas o malas, sin enfermedades públicas o secretas…….libre de todo gravamen, que no lo ha ni tiene en manera alguna, en precio y cantidad de cien patacones de ocho reales castellanos que por el dicho esclavo me tiene dados, y confiesa tiene retenidos a toda su satisfacción y por no parecer de presente la entrega de ellos, se renuncia a la reclamación, la cual cantidad declara ser el precio de tal esclavo que no vale más, y si más valiere de la demasía y más valor hace el comprador…..”
Hay documentos notariales que certifican la venta en plaza pública de lotes completos de esclavos, y algunas “esclavas con su cría”.

Este lunar, en la bella historia de nuestro municipio, es lamentable, pero así era la costumbre de la época; felizmente pasó a la historia y debemos contarla tal como sucedió para evitar que en el futuro, hechos tan lamentables se puedan repetir.



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